Por: Katherine Núñez Cascante
Periodista
- Antes, durante y después, el trabajo que realiza enfermería es prioritario para atender la emergencia nacional.
La mañana del jueves 5 de octubre, no será la misma para cientos de personas que se vieron afectadas por la tormenta tropical “Nate” que pisó suelo costarricense.
Considerándose como uno de los peores desastres naturales presentados en los últimos años en Costa Rica, “Nate”, dejó gran impacto en muchas zonas del país, afectando comunidades enteras, hogares, comercios, plantaciones agrícolas, así como infraestructura vial.
Según las autoridades, los fuertes aguaceros presentados en solo 24 horas, correspondieron al equivalente promedio de la lluvia que debió caer en todo el mes de octubre. Entre las zonas más afectadas por la tormenta, se encontraron: Guanacaste, Pérez Zeledón, Acosta, Monteverde, Puntarenas, Aserrí, Desamparados, Cartago y San José por citar las principales.
Lo cierto es que mientras usted y yo, nos informábamos de lo acontecido, observando las inundaciones, deslaves, caminos destruidos, casas dañadas, personas desaparecidas y hasta las personas fallecidas que desgraciadamente dejó “Nate” en el país, muchos profesionales en enfermería se encontraban brindando atención desde el primer día, tanto en los albergues como en los diferentes centros de salud.
Ejemplo de ello fue la Dra. Vanessa Zúñiga, enfermera especialista en salud mental y del área rectora del Ministerio de Salud en Acosta, quien fue una de las partícipes de esta emergencia, pues le correspondió abrir los albergues de la zona.
“Todo Acosta se vio afectado, lamentablemente por tantos derrumbes y el difícil acceso, muchos compañeros no pudieron trabajar desde el principio, como yo vivo en ese sector, presencié todos los daños ocurridos y me correspondió actuar inmediatamente en la emergencia desde el día uno, fue duro pues muchas calles y casas se estaban cayendo a los ríos, por lo que había que tomar decisiones rápido y actuar para trasladar a las personas a los albergues”, indicó la enfermera.
La profesional comentó que específicamente lo que realiza rectoría es iniciar con los albergues para asegurar a las familias mientras se realizan las valoraciones de sus casas, además su trabajo también es coordinar con todas las demás instituciones para lo correspondiente.
Dentro de la experiencia que vivió, Zúñiga afirmó que para ella lo más difícil fue sentirse impotente en ciertos aspectos, pues muchos se acercaban con expectativas y ver la desesperación de las personas que lo perdían todo, fue complicado.
“Fue duro ponerse en los zapatos de tantas personas, ver lo mal que se sienten de estar albergados y deprimidos por perder sus casas, no es nada fácil, además como vivo en la zona, también la emergencia estaba pasando por mi casa, dejar a mis hijos varios días también fue difícil, pero fue muy satisfactorio poder servir”, acotó la enfermera.
Según comentó, esta es la primera vez que participa en la atención de una emergencia como esta. Trabajó 8 días seguidos durante largas jornadas laborales para estar al tanto de los 12 albergues, coordinar suministros, educar a la población y brindar la atención en salud mental, su especialidad, pues muchos entraban en pánico al ver lo ocurrido.
Si hay algo que caracteriza a enfermería es la búsqueda por el bienestar de las personas, para Vanessa no importó lo agotada o lo preocupada que se sintiera, pues su único fin fue servir a la comunidad.
“Considero que enfermería tiene un papel fundamental, tenemos capacitación técnica de cómo abordar a las comunidades en este tipo de eventos, desde la salud física, hasta la mental y manejar situaciones de crisis, no cualquiera puede hacer lo que nosotros realizamos, nosotros generamos confianza, cercanía con el usuario, por eso debemos exaltar la labor de enfermería en comunidad y saber brindar un abrazo, escuchar, entender y dar palabras de aliento, ser humanos para sobrellevar estas situaciones” finalizó Zúñiga.
Actualmente quedan alrededor de 5 albergues en la zona de Acosta, por lo que su trabajo no ha terminado, ya que deben continuar en la etapa de seguimiento y la coordinación de traslados de las personas a las casas habitables.
En cuanto a la prevención de posibles enfermedades en los albergues, la enfermera comentó que afortunadamente y gracias a la educación que brindaron en equipo acerca del manejo de residuos, lavado de manos y otros, las indicaciones fueron muy bien acogidas y se evitó contagios y brote de enfermedades.
Otra de las localidades más afectadas fue la provincia de Guanacaste, dejando al cantón de Carrillo como la zona de mayor afectación, además de Corralillos, la Guinea, El Bambú 1 y 2, el Coco, Filadelfia y Río Cañas.
En todas estas zonas, tanto la MSc. Lucrecia Altamirano, enfermera y especialista en Salud Pública con énfasis en epidemiología, así como otra profesional de enfermería, se hicieron presentes en la atención.
Aunque en este caso no les fue posible participar desde el primer día, debido a los caminos cerrados y colapsados, desde el segundo día hasta hoy, enfermería está presente laborando en esta emergencia.
“Mi labor es en la parte de valoración de albergues, brindar educación, abordaje de brotes de diarreas, conjuntivitis etc., levantar censo de cada uno de los albergues habilitados, visitar viviendas para su valoración, verificar si reúnen condiciones fisico-saniatarias para que los albergados puedan regresar” indicó Altamirano.
Para ella una de las experiencias que más la marcó emocionalmente, fue cuando visitó las viviendas del Bambú 1 y 2, el hecho de ver a las personas corriendo detrás de una buseta para ir por comida en platos desechables y ver a tantos bebés con su ropa mojada de casi dos días porque nadie les había llevado nada.
“La experiencia me marcó muchísimo, solo dirigí mi mirada al cielo y dije: Señor ayúdame a ser fuerte para darle apoyo a estas personas. Otras vivencias que me marcaron, fue bajarme del vehículo del Ministerio de Salud y sentir los olores fétidos de animales muertos en todo el barrio, es impactante, así como el escuchar algunas personas que tenían mucha hambre y no podían comer por los olores que se desprendían y hasta ver que personas políticas repartían diarios solamente a los que eran de un partido político” apuntó la epidemióloga.
La enfermera indicó que entre los daños más graves que se presentaron en la zona fueron: la perdida de viviendas de muchas personas en estado de pobreza, falta de agua potable y por ende falta de higiene y desinfección, así como animales muertos y bacterias para esta población afectada, falta de recolección de residuos municipales oportuna, lo cual hace propensas a estas personas a enfermedades.
Para la profesional, su mayor satisfacción fue haber logrado conseguir que una familia que estaba en zona de riesgo, hoy día tenga una casa digna donde vivir, por lo menos por un tiempo prudencial mientras se les busca una solución definitiva, así como coordinar con la Caja Costarricense de Seguro Social la salida de un adulto mayor a un hogar de reposo, donde cuidaran de él como debe ser.
“Enfermería es todo, es valoración, educación, planificación, coordinación, atención, es por eso que a todos mis colegas les digo que nunca perdamos esa esencia tan natural que solo nuestra profesión tiene en el manejo de eventos de emergencias por desastres naturales. No permitamos que nadie reemplace nuestro trabajo en este tipo de emergencias ni en nuestro quehacer diario y más si nos debemos a la población en general, pese a los peligros a los que nos podamos enfrentar, el papel de enfermería es fundamental en cada una de las acciones que se toman y nadie asumirá mejor esa labor” finalizó la enfermera.
Pérez Zeledón fue otra de las zonas afectadas, donde todo un equipo, entre ellos personal de enfermería, se ha involucrado también con el comité regional de emergencias.
El Dr. Rodrigo Fernández, jefe de la unidad de rectoría del Ministerio de Salud de la región Brunca, afirmó que desde el inicio, se han realizado acciones de prevención, monitoreo, evacuación y vigilancia de las personas afectadas. Sin embargo, indicó que la ardua labor para ellos no ha comenzado, pues esperan participar más activamente posterior al desastre.
“Todo evento, tiene tres etapas, previo, durante y posterior al suceso, durante las primeras etapas colaboramos, pero una vez que ha pasado todo, empezamos a trabajar de lleno desde la vigilancia de la salud en las distintas zonas, pues es el momento en que aparecen los brotes de las diferentes enfermedades y establecimiento de las medidas sanitarias apropiadas” afirmó Fernández.
No obstante, el personal de enfermería del sector de Coto Brus, se ha dirigido de igual manera a los diferentes albergues a revisar el ambiente y brindar atención requerida en una zona que ha sido igual de golpeada por “Nate”.
Actualmente, el jefe de rectoría indicó que quedan alrededor de 256 personas albergadas, por lo que continuarán las visitas para verificar las condiciones.
“La población debe saber que enfermería está presente en las tres etapas mencionadas, ya que nuestra formación nos lo permite, nos preparamos en varios campos, en la prevención y promoción de la salud, nuestro conocimiento, nos permite estar en todo momento al lado de las personas y sus cuidados” concluyó el profesional.
Indispensable de igual forma fue el trabajo realizado por los profesionales de enfermería que se hicieron presentes en la zona de los santos, otro de los sectores afectados. La doctora Dannia Agüero, enfermera obstetra del área de salud de Puriscal, colaboró de manera voluntaria en este lugar que también tanto lo necesitaba.
Ella brindó su servicio en el área de salud de Tarrazú durante cinco días, atendiendo múltiples emergencias, principalmente de mujeres embarazadas y a punto de dar a luz en compañía de otro enfermero.
“La zona estaba muy afectada, fue impactante desde el momento que íbamos de camino, pues nos encontramos con muchos riesgos para ingresar, por fin después de la difícil llegada, fue muy duro tener que quedarnos aislados con los usuarios pues no había acceso. Durante los días de la catástrofe, atendimos muchas mujeres embarazadas de alto riesgo y partos en la sala de emergencias, fue un reto pues no contábamos con las condiciones para atenderlas, pero hicimos todo con profesionalismo y gran cariño” afirmó Agüero.
Como indicó la obstetra, las y los bebés no tenían un lugar adecuado donde nacer, ya que en el servicio de emergencias no había incubadoras, medicamentos, ni las condiciones idóneas para atender un nacimiento, además, también tuvieron que ver accidentes de tránsito que se presentaron durante esos días.
“Fue un verdadero reto, tuvimos mucha presión de ver tantos riesgos que podían correr tanto las madres como sus hijos, nosotros además de atenderlas, tratarlas de la mejor manera y valorarlas con todas las normas institucionales, pudimos ser un apoyo para ellas y para los médicos de emergencias que no están acostumbrados a atender partos, estamos muy contentos por la labor realizada de enfermería” expresó la obstetra.
La enfermera, agradece la colaboración de otros profesionales obstetras ya que fue vital para que todo saliera bien y agradece al Hospital Calderón Guardia por hacerse presente con personal y haber donado una incubadora que tanto necesitaron.
Pero esto no es todo, pues no solo se limitaron a atender el centro hospitalario, sino que además, visitaron albergues, que según comentó Agüero, fue impactante ver a tantas personas que lo perdieron todo.
Todo esto es considerado por la enfermera como un reto para la obstetricia, un reto para la profesión, un reto que fue llevado a cabo con profesionalismo y le satisface que pese a los contratiempos presentados no hubo ninguna complicación que lamentar.
“Estas atenciones nos motivan a continuar con nuestra labor y es donde más se ve la necesidad de que un profesional de enfermería obstetra esté presente en estas emergencias, de mi parte también pude brindar charlas y cursos para el parto, así como de cuidados del recién nacido.La verdad, muy satisfecha con todo el trabajo realizado y la labor cumplida” concluyó.
Trabajo silencioso de enfermería
En ocasiones, la población, así como muchos profesionales desconocen quienes están detrás de brindar los datos y estadísticas de las emergencias nacionales y si, detrás de esto hay muchas enfermeras y enfermeros involucrados, facilitando todo su conocimiento.
La Dra. Fulvia Elizondo, MSc. Enfermera y Jefe de Unidad a nivel central del Ministerio de Salud y Comando de Incidentes, comentó que su trabajo en conjunto con todo un equipo durante la pasada tormenta tropical fue importante, ya que la información que se generó desde la Unidad central fue utilizada a nivel nacional de emergencias y fue la que se suministró a nivel país.
“Entre los logros más importantes fue brindar datos estadísticos a todo el país acerca de los albergues, generar estos informes fueron de gran importancia para las decisiones tomadas por el gobierno y las comisiones de emergencia, actualmente solo quedan 51 albergues en todo el país, después de tener más de 135 y de 7700 personas albergadas desde el inicio, todo esto gracias al trabajo y seguimiento realizado por todo un equipo donde participa sin duda enfermería lo que nos llena de mucha satisfacción” apuntó la especialista.
Para Elizondo, así como para los demás profesionales que participaron desde diferentes acciones, enfermería es fundamental, además, considera que es importante que enfermeros y enfermeras puedan participar y capacitarse para el sistema de comando de incidentes que permite saber actuar ante emergencias de todo tipo, desde familiares hasta laborales como estos grandes incidentes.
Para el Colegio de Enfermeras de Costa Rica, es un orgullo visualizar parte del trabajo que realiza enfermería en la atención de la emergencia por la tormenta Tropical “Nate”.
Sabemos que actualmente existen muchos colegas que han sacrificado sus propias familias para entregarse por completo a la población más vulnerable.
Desde nuestra organización, nos sentimos muy orgullosos por su trabajo y aplaudimos su entrega y sacrificio, ese que siempre ha caracterizado a nuestra profesión.