Por: Dr. Alonso Cascante Arias

Fiscal Asiste del Colegio de Enfermeras de Costa Rica.

“Ahora estamos listas para movernos, no solamente para hacernos visibles, sino para ser visionarios” Sister Rose Mary Donley

Tómese unos segundos para imaginarse algo que haga sentir su  pecho hincharse de orgullo, puede ser algo abstracto como un momento en su vida o algo tangible como un familiar o un objeto material; que solo recordar lo importante que ha sido para usted le erizó la piel y le dibujó una pequeña sonrisa.

Eso que le hace sentirse una persona orgullosa es algo que nadie podría decirle que no es importante ¿cierto? Pues bien, ahora imagínese en una escena en la que otra persona sin motivos justificados interrumpa y quiera dañarle eso, robarlo, minimizarlo y apropiárselo como suyo. ¿Cuál sería su reacción? ¿Quedarse en silencio? ¿Facilitarle a esa persona que continúe haciéndole daño a eso que le orgullece? ¿O acaso, su reacción sería defenderlo por todos medios posibles sin escatimar esfuerzos?

En este sentido, el orgullo de la mano de la ética, es importante pues nos motiva a defender  algo que creemos valioso y digno de respeto; y que, además, nos da un sentido de pertenencia: yo pertenezco a eso, tanto como eso me pertenece y nadie más puede apropiárselo.

En un plano personal, el orgullo es algo que constantemente me empuja a exigirme más, el orgullo es algo que me ha movido de mis zonas de confort y me ha puesto en donde estoy hoy.

Este orgullo del que les hablo es el pertenecer a un aguerrido gremio profesional encabezado por mujeres que a pesar de todas las dificultades históricas como la percepción social, los roles de género, la exclusión de círculos de poder y los problemas laborales, nunca han abandonado una de las responsabilidades más grandes que pueda tener cualquier profesional: dar un cuidado integral a las personas sin importar quien sea o que tan complejas sean sus necesidades, porque enfermería es humanismo en práctica.

El orgullo profesional no reside exclusivamente en identificarnos como enfermeras o enfermeros por medio de sus símbolos, no consiste solo en hacer nuestro trabajo dignamente, exigir el pago adecuado por nuestro trabajo o tener las mejores condiciones físicas y tecnológicas. El orgullo profesional, debe de nacer de todo lo que las enfermeras que han estado antes de nosotros han construido para hacernos profesionales. Ahora más que nunca tenemos un sólido y creciente marco de conocimiento propio que va desde las teorías hasta el campo de procedimientos, desde la investigación hasta la gestión y que se ha ido convirtiendo en herramientas diagnósticas y de cuidado; hemos construido un conocimiento que es exclusivo de los profesionales en enfermería y sin embargo, a veces somos cómplices al ignorar, delegar, certificar a terceros o mirar a otro lado cuando estos conocimientos  son puestos en bandeja de oro al que los quiera tomar, comprar o vender.

El orgullo profesional debe seguir guiándonos hacia la autonomía, y no ir cediendo campo en esta labor. Nuestra profesión muchas veces trabaja en equipo junto a otras profesiones y oficios para lograr el objetivo común de dar el mayor estado de salud a una persona o reducir los efectos que una enfermedad le puedan causar. Pero enfermería tiene su propia estructura, su propia resolución ante las necesidades encontradas en las personas y sus propias competencias. De enfermería, solo enfermería sabe.

Tampoco es posible que nuestro orgullo profesional permita que la formación educativa comience un peligroso camino hacia la tecnificación y empobrecimiento de conocimientos y habilidades, si nosotros y nuestras unidades académicas no son capaces de entender la importancia de una formación profesional de excelencia y ética, cómo vamos a pretender que la sociedad y empleadores le brinden importancia al conocimiento que un buen profesional tenga?

El trabajo de la Fiscalía, es en gran parte, defender el orgullo profesional de enfermería en Costa Rica, ese orgullo que llevó nuestro ejercicio a salir del trabajo caritativo maternal de trabajar para sentirse moralmente satisfecho por nuestros sacrificios sin recibir ningún tipo de honor que el ser buena persona; ese que nos amenaza en la actualidad con el subempleo y la intromisión de terceros en nuestra área, el abaratamiento y empobrecimiento descarado de nuestro ejercicio profesional, la tecnificación, la masificación y la certificación de personas ajenas a la profesión para realizar competencias legales y profesionales de enfermería y tantas otras amenazas no solo externas, sino que en ocasiones internas.

Seamos claros, el orgullo de alguien generalmente molesta a otros, porque este también tiene que ver con poder, pero sin él es difícil lograr algo; sin orgullo no somos más que personas que ejercen un oficio con pretensiones profesionales y sin incomodar a otros, difícilmente seguiremos avanzando hacia el horizonte profesional. Gran parte del trabajo de la fiscalía es hacer que las personas que ejercen enfermería hagan su trabajo sobresalientemente, aunque esto cause molestias temporales.

Pero este trabajo no puede ser realizado solo por el Colegio y la Fiscalía; pues estos no son un panoscopio que puede monitorear constantemente la totalidad del gremio y las amenazas a la profesión en su quehacer, el Colegio no tiene la capacidad ni legal ni logística para asumir enteramente esta responsabilidad de defender el orgullo profesional de enfermería, por lo que es indispensable que cada una y uno de los enfermeros, cada una de las unidades académicas y todas las figuras de autoridad en enfermería, sientan, externen y propaguen el orgullo de todo lo que representa ser un profesional en enfermería, gremio que es baluarte de la sociedad costarricense y su salud.

Nunca se detendrán las amenazas a lo que somos, a nuestro conocimiento, a lo que hacemos y al lugar donde queremos llegar; pero es hora de que el orgullo profesional nos identifique como un símbolo más de enfermería, para que en unión, no dejemos espacios por los  cuales otras personas nos puedan robar, minimizar y apropiarse como suyo esto que somos: ¡profesionales en enfermería!